artículo DE LA SEMANA
Alejandro gonzález rojas
El arquero que estremeció la forma de atajar en Costa Rica.
Al legendario portero rojinegro le sobraba carácter y valentía.
No le tenía miedo a nada ni a nadie. Ni al remate más potente a quemarropa ni al centro más lejano del área pequeña con rivales más altos que él. Rifarse el físico era su rutina. Tenía carácter de sobra. Se le plantó a los más pintados directivos, entrenadores o periodistas. Se ganó el respeto y admiración con cada año que pasaba.
Militó 16 temporadas en Primera División. Pudieron ser varias más pero no lo quiso así. Se retiró en el momento justo. Si alargó su carrera deportiva fue porque se lo pidieron una y otra vez. No dijo adiós, como otros, cuando ya el cuerpo resiente el paso de los años y el aficionado se queda con un mal recuerdo. Se dice que la posición de arquero es la más ingrata del futbol. Pues con él no fue de esa manera.
Es Alejandro González Rojas, señalado como el mejor portero de toda la década de los ochenta. No solo por los liguistas. Fue una de las entrevistas a la que le teníamos cierto recelo. Se dice que es muy serio -medio bravo- y que no le gusta mucho hablar con periodistas. Lo primero no es cierto. Lo segundo sí, pero tiene argumentos muy válidos.
Nos citó a las 2:00 p.m. en un centro comercial de Alajuela, cerca de la casa de “Pollo Macho”. Diez minutos antes avisó que ya estaba ahí y nos invadió un poco de tensión. Por dicha, no sé cómo, estábamos listos desde la 1:45 p.m. repasando preguntas, temas y videos. Por lo que nos decían, creíamos que no duraríamos ni 20 minutos con la leyenda viviente del arco rojinegro.
Fueron 57 minutos de conversación sin interrupciones. Alejandro González no evadió ningún tema. Desde la realidad de lo que ocurrió a pocos meses de Italia 90 hasta la severa lesión cuando ni había alcanzado la titularidad. Nos contó cuales fueron sus mejores partidos y el porqué considera que su récord de imbatibilidad quizá es más valioso que el de Miguel Segura.
Hay instituciones dentro de las instituciones. No es un juego de palabras sino una realidad. Él es un ejemplo. Es el portero en la historia de la Liga con más minutos sin recibir goles -llegó a 844 en diez partidos consecutivos-, ganó tres campeonatos y el primer título de la CONCACAF que obtuvo un equipo costarricense.
Oriundo de Atenas, jugó 315 partidos vestido de rojinegro y 13 con la Selección Nacional. Muchos mantienen indeleble en la memoria la forma en que “voló” contra el River Plate. Este fue uno de los partidos más recordados de su exitosa carrera deportiva. Pero no el mejor.
González creció y se desarrolló futbolísticamente en una época en la que no se pagaban ni en sueños los salarios de hoy. Por esta causa y por plena convicción siempre fue enfático en consolidar una vida laboral que cada vez se tornó más próspera en la desaparecida empresa costarricense Punto Rojo. Ahí laboró durante casi 32 años, llegando a ser directivo y gerente de informática.
Punto Rojo fue mucho más que un lugar de trabajo para Alejandro González por más de tres décadas. Ahí creció profesionalmente. También se desarrolló como persona en un ambiente laboral que le permitió capacitación constante y garantizar el sustento suyo y de su familia.
El pasar de los años produjo una simbiosis inquebrantable entre Punto Rojo, la Liga Deportiva Alajuelense y el exportero. Incluso, era muy común que aficionados llegaran a la empresa, ubicada en esa época en Pueblo Nuevo de Alajuela, a visitarlo, tomarse algunas fotos o simplemente tratar de conocerlo.

Directo, conciso y revelador
¿Cómo llega Alejandro González a la Liga Deportiva Alajuelense?
“Yo nací en Atenas. Ahí crecí y como todo niño pasaba en la plaza de futbol jugando todo el día. Un día Hugo Tassara y Juan José Gámez me vieron, preguntaron por mí, donde vivía y fueron a hablar con mi mamá. Imagínese cuando me dijo, yo desde carajillo soñé con jugar en la Liga… eso fue en agosto de 1974 y ya en 1975 era suplente de Manuel Solano. Al principio fue muy difícil jugar, por eso acepté ir a San Ramón en 1979 y tuve una gran temporada con Toribio Rojas de entrenador. Volví a Alajuela en el 80 y ahí ya salvo alguna lesión o la Selección fui siempre titular”.
¿Es verdad que usted sufrió una severa lesión prácticamente al arranque de su carrera?
“Sí, fue en 1977 (tenía 22 años). Tuve un esguince de tercer grado en el tobillo derecho, fue en un entrenamiento y se me deshizo el ligamento. En esa época no había tanta tecnología, no había terapias, lo que me pusieron fue un yeso y estuve casi todo ese año sin jugar. Todavía lo tengo medio flojo. Pero a mí no me daba miedo nada y eso creo que la gente lo recuerda. A mí me fracturaron la nariz, me rompieron el pómulo, o terminé partidos con un dedo torcido o con la rodilla inflamada porque no quedaban cambios”.
¿Cuál es su versión sobre el récord de imbatibilidad?
“Lo que pasa es que yo sumé los 844 minutos sin recibir goles en diez partidos pero de forma consecutiva y en un mismo campeonato. Es cierto, Miguel Segura sumó 11 minutos más pero en algunos partidos fue titular y en otros no. Es decir, no fueron seguidos. Recuerdo que además fue en una época muy complicada porque nos llenamos de lesiones. Álvaro Solano fue hasta defensa central en algunos partidos. Eso fue en 1982 que yo creo que fue mi mejor año”.
¿Había más amor por la camisa en sus tiempos don Alejandro?
“Ah no diay es que era otra cosa. Antes hasta en un equipo de barrio usted se reventaba en la cancha como yo lo hice en Atenas. Ahora se ha hecho más profesional esto. Alguien que diga ahora que juega por el escudo y besa la camisa… ¡es mentira!. Es que antes olvídese, yo recuerdo al “Macho” Agüero jugar con los tobillos así, como sandías. En las Olimpiadas yo me reventé una rodilla y no salí. No sé, era muy diferente”.
¿Qué fue lo que sucedió realmente con Bora Milutinovic? ¿Por qué no estuvo Alejandro González en Italia 90?
“Vea yo ya me iba a retirar hace varios años pero en el 89 me llamaron para ir a la Selección. Lo que sucedió exactamente con Bora fue que un viernes antes de un día de concentración yo tenía que terminar de programar una facturación en Punto Rojo, era un trabajo complejo y le dije que me dejara integrarme el sábado temprano. Él me dijo que no, que necesitaba profesionales dedicados 100% a la Selección, entonces yo me fui. Ahí ya trabajaba a tiempo completo y estaban por cambiar todos los sistemas de informática en la empresa. Yo no estuve en aquella concentración en el Tirol, en Heredia”.
¿El partido contra River Plate fue el mejor de su carrera?
“Pues no… lo que pasa es que ese partido se vio mucho. Tuvo demasiado alcance. Es decir jugamos contra una base de la Selección de Argentina, Ruggeri, Caniggia, Goycochea, solo faltaba que viniera Maradona. Fue un buen partido pero hubo otros mejores. Por ejemplo, el que perdimos 4 a 1 contra Egipto en las Olimpiadas (Los Angeles 1984) o uno de las eliminatorias al Mundial de México 86 contra Estados Unidos que ganamos 1 a 0. A veces sucede que no se recuerdan los partidos en los que el equipo de uno pierde y en ocasiones esos son los mejores que un portero jugó por la cantidad de tiros que recibe… por ejemplo ese contra Egipto fue algo exagerado”.
¿Cómo es eso de que ahora es defensa central?
“Ah sí (se ríe mucho)… al menos dos veces por semana son infaltables los retos o mejengas entre nosotros. Sí sí de defensa central pero no choco mucho. Ahí juegan un montón de jóvenes como Manrique Quesada y otros Sub-80 (vuelve a reírse). A veces sigo ahí de portero pero me tiro poquillo. Sacamos herrumbre”. Nos comentó Álvaro Solano, entrañable amigo de González, que el ex arquero es un atentado como defensor y le vuela patadas hasta a la sombra. ¿Lo imaginan?.
¿Cuál es el mejor portero del mundo actualmente y con cuál se identificó usted en su carrera?
“Para mí el mejor hoy es Jan Oblak y me encantaba el estilo de Sepp Maier. Creo que es el mejor portero que ha tenido Alemania en toda su historia.”

Al legendario portero rojinegro le sobraba carácter y valentía.
El estilo de Alejandro González bajó el marco fue particular. Con sello propio. Atraía miradas incluso en entrenamientos de la Selección Nacional cuando eran fuera del país. Tal es el caso de Guatemala o Surinam donde, principalmente los niños, se acercaban al marco donde realizaba ejercicios con balón y lo vitoreaban.
El periodista deportivo e historiador, Rodrigo Calvo, lo describe como un arquero con marcadas virtudes innatas pero que, contrario a otros, no pensaba en lucirse o exhibirse. Sus atrapadas y reflejos felinos no buscaban cámaras sino más bien dejar el marco invulnerable. Como muchas veces sucedió. Hasta un gol de penal anotó frente al C.S. Uruguay de Coronado.
“A Alejandro se le consideraba como un guardameta suicida por su manera de enfrentar al atacante rival, porque salía siempre con ‘todo’ en las jugadas y hasta era peligroso entrarle. Era experto en los achiques… tenía mucha agilidad”, destaca Calvo, quien lo califica como el mejor portero de la década de los ochenta.
Incluso, el comunicador reseña que cuando laboró para la desaparecida revista deportiva Triunfo, se hizo una encuesta entre periodistas para determinar el mejor arquero en ese decenio y el que mayor votos registró fue precisamente González.
Humilde, modesto y muy realista. El futbol no fue nunca el eje central en la vida de Pichel. Primero estuvieron su familia y su trabajo. Si bien entrenaba con constancia y ningún vicio le hizo compañía, la calidad fue más que todo innata. Lo que hizo con el tiempo fue pulirla.
Para la realización de esta semblanza muchos entrevistados coincidieron en imaginarse qué habría pasado de dedicarse 100% a su carrera deportiva con los salarios, facilidades médicas y comodidades de hoy día. Incluso el mismo exarquero se lo preguntó en nuestra entrevista. ¿Hasta dónde hubiera llegado Alejandro González? ¿Lo imaginan ustedes?.

“Yo no le tenía miedo a nada ni a nadie. Si tenía que jugar fracturado lo hacía.”
“Juan José Gámez y Hugo Tassara me fueron a buscar a mi casa en Atenas. Hablaron con mi mamá y así empecé en la Liga.”
“Antes había más amor por la camiseta. Yo vi jugar al Macho Agüero con los tobillos como dos sandías.”