artículo DE LA SEMANA
Copa Interamericana
¡MUCHO MÁS QUE SUBCAMPEONES!
El River Plate era uno de los mejores equipos del mundo en 1987.
Los argentinos jugaron con todo lo que tenían a su alcance para que la Copa Interamericana se quedara en Buenos Aires. El River Plate se llevó un gran susto el 25 de julio de 1987, en el primer partido de la gran final, disputado en el Estadio Alejandro Morera Soto, al que no le cabía ni la persona más delgada del mundo.
Hay partidos sin goles que son realmente bostezos. Todo lo contrario se dio ese cálido día en Alajuela. Un 0 a 0 entre la Liga Deportiva Alajuelense, monarca de la Copa de Campeones de la Concacaf y uno de los mejores River Plate de toda su historia.
El equipo “millonario” venía con nombres que impactaban, como Claudio Paul Caniggia, Néstor Gorosito, Américo Gallego, el arquero Sergio Goycochea y el delantero uruguayo Antonio Alzamendi, quien ganó la Copa América, precisamente en 1987. Por si fuera poco, Óscar Ruggeri, Campeón del Mundo en México 86.
Fue un partidazo. Sencillamente. Los videos, crónicas y relatos de aficionados lo testifican. Yo estuve en el estadio, pero a mis 9 años de edad en ese momento lo único que recuerdo fue el sofocante calor, el llenazo a reventar y la manera en que mi papá celebraba las atajadas de Alejandro González como si fueran goles.
Para escarbar en detalles que muchos desconocen de esa página en la historia rojinegra, buscamos a José Carlos Chaves Innecken. Hombre culto, preparado académicamente y quien jugó esa final de lateral izquierdo. Le tocó marcar a Caniggia, apodado “El hijo del viento” por su velocidad. Incluso, el argentino no jugó el partido de vuelta debido a que ya estaba contratado por el Hellas Verona, de la Serie A, en Italia.

“Era un rival fuera de serie. Podríamos decir que un Real Madrid de América. Imagínese que en ese tiempo venían algunos equipos de Europa, pero se escuchaba que River cobraba 2 millones de dólares por un partido. Estamos hablando de 1987”, explicó el exdefensor manudo, quien tenía 29 años para aquel entonces.
Hubo oportunidades de gol para ambos lados. Tiros en los postes. Soberbias paradas del arquero manudo y del propio Goycochea, que tres años más tarde se vistió de héroe en Italia 90 con la Selección de Argentina atajando cuatro penales. Incluso, en un pasaje inusual para una final de este tipo hubo hasta un convivio de ambos equipos en el Club Campestre La Gloria, en Alajuela.
Y es que no se empató contra cualquiera. El River de ese año era el Campeón de la Copa Libertadores y de la Copa Intercontinental. Muchos creían en su momento que la Liga sería pan comido. Pero no fue así en Costa Rica. Se pudo ganar incluso. Por eso… ellos jugaron con todo en Argentina. Colmillo les sobraba

¿Prostitutas en el hotel de concentración?
La delegación alajuelense no tuvo la más cordial bienvenida en Argentina. Ni choripanes ni tango. River Plate no podía dejar escapar la Copa Interamericana. Al plantel tico no se le permitió reconocer la cancha del Estadio Monumental y los llevaron a entrenar a una especie de “chanchera” o caballeriza. Para colmo de males… hubo unas visitas inesperadas en el hotel donde se alojaron durante su estancia en Buenos Aires.
“Nos mandaron unas prostitutas al hotel. Imagínese usted ese reguero de polos de Costa Rica y nos salen un montón de prostitutas o travestis en el lobby. Nos querían sacar de concentración con lo que fuera”, recuerda entre risas Chaves. El frío imperante durante toda la estadía merece un punto y aparte.
Si los argentinos sufrieron en Alajuela por el calor, las bajas temperaturas bonaerenses fueron letales para el equipo erizo, con excepción de Hernán Fernando Sosa, acostumbrado a bregar en esas condiciones. Ni los guantes, buzos, abrigos, gorros o el café y té que pidieron al medio tiempo fueron útiles. Ese 16 de agosto, a la hora del partido, el termómetro llegó a marcar 3 grados bajo cero.
“Después de los 15 ó 20 minutos ya no sentíamos el cuerpo. Todos nosotros con guantes y de todo y ellos a mano pelada. Pero la verdad hay que reconocerlo y así lo hicimos: ellos eran superiores, pero no fue que nos aplastaron allá, de hecho Alejandro (González) tampoco tuvo tanto trabajo”, detalla el exmundialista de Italia 90.
Los argentinos abrieron el marcador al minuto 16. Álvaro Solano casi empata pocos instantes después. El primer tiempo finalizó 1 a 0. Ya con el 2 a 0 en contra al minuto 60 era poco lo que se podía hacer. Fue un 3 a 0 final sin reproches, discusiones internas ni tampoco bronca alguna con el rival. De hecho, no hubo expulsados en ninguno de los dos partidos.
El entrenador uruguayo, Carlos Avedissián, es un conocedor a fondo del futbol sudamericano. El estratega señala que, en ese momento, no había un éxodo tan marcado como en la actualidad de los mejores futbolistas argentinos a Europa. De ahí la calidad del club de la franja roja.
“Ese equipo era muy curtido y con maña; tenía oficio y también mucho roce. Por ejemplo, Ruggeri venía de una Copa Mundial al lado de un Maradona y un Burruchaga. Américo Gallego era un verdadero fuera de serie que formó parte de la Selección de Argentina en los mundiales de 1978 y 1982”, apuntó Avedissián, radicado en nuestro país.
Fue una Copa Interamericana merecida para el River Plate, uno de los mejores equipos del planeta en 1987. También hubo un triunfo para la Liga. Fue una serie que sin ninguna duda dejó grandes enseñanzas en lo futbolístico, quizá más aún, en cuanto a dirección administrativa y dirigencial de un club deportivo.

Frases de José Carlos Chaves
“Ellos jugaron con todo. No nos dejaron reconocer el estadio (Monumental), nos mandaron a entrenar a una especie de caballeriza y hasta mandaron prostitutas al hotel para desconcentrarnos”.
“Yo jugué los dos partidos infiltrado por una lesión en el dedo gordo del pie izquierdo”.
“Acá pudimos haber ganado y allá después del 1 a 0, Álvaro Solano casi empata. Ya con el 2 a 0 no pudimos reaccionar”.
“Caniggia era extraordinario. Incluso el partido de vuelta no lo jugó porque ya estaba contratado en Italia”.