Artículo de la semana
Centenario de Leyendas crece como la espuma… gracias a usted.
Esteban Aronne Sparisci
*Uno de los tres autores de Centenario de Leyendas
Un café y una hermosa tarde de diciembre con mis sobrinos ayudaron a digerir un trago muy muy amargo. Lo viví en el corazón de La 12. Como dice una de sus canciones, casi… “muero alentando en la tribuna”. Rodé en plena gradería tras ese cabezazo de Jonathan Moya. No llegó la 30. Estuvimos a solo dos minutos. Pero ya llegará.
Mi sueño de niño nunca fue ser doctor, policía o astronauta. Siempre fue -y sigue siendo- “ser portero de la Liga.” Algunos se reían, otros no tanto. Lo más largo que llegué fue, después de la Selección del Colegio Calasanz, a un proceso rumbo a los Juegos Nacionales de 1996 con Goicoechea, pero clasificó Tibás. Nunca me lesioné ninguna rodilla y el talento como arquero me convirtió en periodista, aunque, antes de la bendita pandemia seguía de necio con el Indoor FC cada sábado imaginándome en el Morera Soto.
En enero de 2019 nació la idea de Centenario de Leyendas. Fueron casi 15 meses de dedicación, esfuerzo, investigación, entrevistas, contraste de datos y muchas idas al estadio, con o sin gente, a sentir por qué es tan profunda la identidad del liguista pese a una sequía de títulos. Lo palpamos, lo vivimos, lo sentimos y no nos arrepentimos en lo más mínimo.
Néstor Morera, abogado de profesión, hombre culto, con un curtido don de la escritura y un liguista más que confeso me contactó casi en plena navidad de 2018 para madurar la idea de este proyecto que hoy ustedes aprecian… y que ha costado alma, vida y corazón.

Pocas semanas después se unió a esta “quijotada” Francisco González, cuyas fotos pues simplemente mueven las fibras más profundas de cualquier liguista y le hacen recordar esos partidos o pasajes del equipo que todos guardamos bien adentro. Sí. Es el de Goles Manudos. Posiblemente usted lo ha visto en el estadio más de una vez casi que celebrando un gol y tomando las mejores fotos al mismo tiempo. Ni él sabe cómo lo hace.
El proyecto inició -y se mantiene- como un libro impreso, que no falte en la biblioteca de ningún manudo y que lo compartan abuelos e hijos junto a un café, al lado de anécdotas y recuerdos. Eso no tendría precio para nosotros tres. Y de paso… que los jugadores actuales de cualquier división se motiven al leer sus páginas tanto como nosotros al redactar cada una de ellas y tomar cada foto que usted aprecia.
Sin embargo, el COVID-19 nos metió un gol que no esperábamos. De esos que te desestabilizan y te obligan a replantear cualquier estrategia en busca de ganar un partido que se te está yendo de las manos. La idea dio un giro temporal al proyecto digital que usted consume y disfruta semana a semana con contenidos nuevos y en algunos casos muy poco conocidos. Eso, sépalo amigo… que se lo agradecemos profundamente. El libro impreso llegará. Al igual que la puta 30 algún día.

Entrevistas, giras, reuniones, pasión y mucho empeño
El proyecto comenzó a rodar poco a poco. Sin prisa y sin pausa pero a la vez cada vez con un poco más de prisa. Viajes a San Carlos, a Guápiles, decenas de veces al Centro de Alto Rendimiento (CAR) cuando era una mezcla de lodo, preciosas canchas y mucha ilusión. Al Morera Soto una y otra vez. A la casa del Chunche. A la del Pipo. A un bar. Y cuando nos dimos cuenta… acumulábamos más de 200 entrevistas.
Los tres poco a poco nos fuimos enamorando más y más de este proyecto que, no dejó de lado el sacrificio familiar pero que estamos seguros vino a llenar un vacío en la literatura deportiva en Costa Rica. Quisimos ir mucho más allá. Y estamos seguros de que lo vamos logrando con su apoyo.
Comprendimos las razones por las cuales Luis Diego Arnáez lloraba al perder o incluso ganar un clásico. Conocimos a fondo la historia de Froylan Ledezma, pero no esa de la cual se burlan muchos. Entendimos lo que encerraba Mauricio Montero detrás de cada barrida o las causas por las que Hernán Fernando Sossa se negaba a abandonar el terreno de juego aunque estuviera lesionado.
Y sigo. Nos enteramos del sacrificio que hacía Álvaro Solano para convertirse en tecnólogo de alimentos sin dejar de meter goles en los clásicos o de por qué Austin Berry es y será siempre liguista a pesar de haber sido hasta capitán del Club Sport Herediano. Movimos cielo y tierra y hablamos con dos entrenadores que hicieron historia y dejaron títulos y más títulos en las vitrinas. ¡Sí! Estuvimos cara a cara con Óscar Ramírez y con Jorge Luis Pinto, casi dos horas con cada uno. Y la distancia no fue obstáculo alguno para que Badú desde el “otro lado del charco” nos contara mucho más que los secretos de la sandía…

Me falta. Errol Daniels nos confesó que ama a la Liga pese a su abrupta salida del equipo y no se puede perder un solo partido esté donde esté y Giancarlo González nos contó con la ilusión de un niño dibujada en su rostro de 31 años que al fin pudo comprar tres palcos para llevar a su hijo a la “Catedral”.
Y termino. Conocimos a José Alexis Rojas y lo felicité por aquel golazo que le anotó de tiro libre a Belén. Lo entrevistamos en el CAR en Turrúcares y me ofreció un entrenamiento de porteros. No lo creía. Por supuesto que lo acepté y cumplí parcialmente mi sueño de “ser portero de la Liga” bajo un ardiente sol practicando al lado de Miguel Ajú. Terminé destrozado pero feliz.
La Liga es identidad, es tradición, es historia, es sentido de pertenencia y es mucho más que cualquier título que pueda llegar. Porque van a volver. Tanto Néstor como Francisco y yo estamos seguros de haber contribuido en fomentar la identidad de un equipo que representa mucho en la vida de cada uno de nosotros tres.
En un plano personal… ¿Soy más liguista o periodista después de Centenario de Leyendas? No lo sé la verdad. No lo puedo responder. El tiempo me lo dirá.
Gracias de verdad a todos ustedes por ser parte de este proyecto que crece como la espuma… queda mucho por delante por construir juntos.
