Prólogo
Gaetano Pandolfo
Danilo Arias Madrigal, sembró cátedra como reportero durante más de 15 años en el periodismo costarricense.
Trabajó en el diario La Nación de 1954 a 1976, se inició como redactor deportivo pero su pluma incisiva y brillante lo condujo rápido a las fuentes principales de la información.
En 1960 se hizo cargo de la sección internacional del diario, lo que le dio la oportunidad de dar cobertura a eventos trascendentales como lo eran las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, las tradicionales reuniones de Cancilleres en Washington, golpes de estado en Panamá, Honduras y Chile y lo que más disfrutaban los costarricenses de don Danilo, sus coberturas de innumerables viajes al exterior, como parte de las delegaciones de los Presidentes de la República: José Joaquín Trejos (1966-70), José Figueres (1970-74) y Daniel Oduber (1974-78).
Danilo Arias salía del país a cubrir estos eventos y como complemento a las informaciones de fondo, escribía dos columnas que se convirtieron en adictivas para los costarricenses.
Una se llamó “Por dentro” y la otra “Aquí entre nos…”.
Sin la inmediatez de la tecnología actual – desde luego que eran otros tiempos-, y con poca o ninguna presencia de las televisoras en la cobertura de estos acontecimientos, las crónicas de don Danilo, pero sobre todo la riqueza y sabrosura de este par de columnas, que se publicaban diariamente mientras duraran las giras, las reuniones y todo lo concerniente a los eventos, eran un manjar para los lectores, que las devoraban con el periódico aún caliente.
En “Por Dentro” y en “Aquí entre nos”, la pluma magistral de Arias Madrigal nos metía, nos introducía, nos zambullía, como si fuéramos parte de la delegación costarricense en todo el entorno de los acontecimientos.
Danilo escribía sobre el menú y disecaba alimento tras alimento, las bebidas, los postres, el color de los manteles, las lámparas, el comportamiento de los mayordomos, la marca de las limosinas.
Y ni qué decir cómo pintaba con su pluma magistral, los actos protocolarios en las visitas de nuestros Mandatarios.
Su imaginación, su olfato de reportero, su visión y sentido periodístico, convertía en un deleite el leerlo.
En las reuniones de Cancilleres, nos narraba, nos contaba, como vestían los Ministros, sus esposas; el color de los trajes, de las alfombras y toda esa gala de la ceremonia, Danilo nos la retrataba hasta el más mínimo detalle.
Uno leía a Danilo Arias y sentía que estaba dentro de la sesión, del desfile, de la cena. ¡Impresionante!
Muchos años después, recientemente para ser más exactos, ponen en mis manos el libro “Centenario de Leyendas”.
Escrito por el periodista Esteban Aronne Sparisci, el abogado Néstor Morera Víquez y con el aporte en fotografía de Francisco González me lo leo de un tirón y siento que aquella pluma magistral de Arias Madrigal, ha resucitado en los pinceles de estos atrevidos comunicadores, quienes lanzan a nuestros corazones rojinegros los “Cien Años de Historia de Liga Deportiva Alajuelense, pero contada “Por dentro”.
Esta obra de corazón manudo y de pluma eriza, no es un simple recuento de títulos y estadísticas. Esto sería muy aburrido.
Nada que ver. Hay capítulos, secciones, con los ídolos de hoy y de ayer, La Doce, los entornos en los entrenamientos, entrevistas magistrales, donde los autores de la obra, nos hacen recordar una y otra vez el “Aquí entre nos…” de don Danilo, con una brillantez inusual y un sentimiento rojinegro a flor de piel.
“Centenario de Leyendas”, se lee y se siente y en este sentimiento radica su riqueza y grandeza.
Pocos meses antes del histórico partido entre Alajuelense y Boca Juniors, el 25 de diciembre de 1950, cuando Carlos Alvarado le atajó el lanzamiento de penal al artillero Marcos Busico, para preservar el histórico empate 1-1, de la mano de mi papá asistí al Estadio Nacional a ver un juego entre Liga Deportiva Alajuelense y el Orión, este, equipo de mi padre.
No olvido la formación 3-2-5 rojinegra.
Carlos Alvarado en la portería.
Nelson Morera, Vivo Quesada y Eric Molina en la defensa.
Panchita Leandro y Chona Rojas como mediocampistas.
Indio Retana, Chumpi Zeledón, Solano, Morux y Farachín Alvarado, delanteros.
Esa mañana, aquel niño de siete años quedó prendido del fútbol de Chumpi Zeledón y su corazón se tiño rojo y negro para siempre.
“El Aguilucho”, mejor portero de Costa Rica de todos los tiempos volaba de palo a palo.
“El Polecía” Quesada, así, con E, patrullaba la retaguardia.
Los volantes y la línea de metralla jugaban los cierres de sus carreras.
Pronto llegaron Macatre Esquivel, Albella Salas y Cornelio Urbina a la cintura del equipo y pocas temporadas después, el tricampeonato (58-59-60), exactamente los años finales de nuestra secundaria, total fanatismo devoción y locura juvenil aplaudiendo a rabiar a Walter Pearson, Cuca Herrera, Juan Ulloa, Juan Soto, Isaías Araya, Juan José Gámez, Chema Campos, Tierra Acuña, Gato Bolaños y otro sin fin de artilleros de renombre. ¡Inolvidables!
“Centenario de Leyendas” es una obra fresca, tiene rostro juvenil, es anecdótica, pícara y profunda, agradable y diferente.
Ningún seguidor de Liga Deportiva Alajuelense, debería perdérsela, porque la vida del club está fielmente retratada por la pluma visionaria de estos comunicadores lúcidos, atrevidos, aventureros y a la vez muy liguistas, quienes nos han regalado una obra de tintes históricos monumentales.
Febrero 2020