artículo DE LA SEMANA
Hernán Fernando Sosa
El caballero que hoy juega el partido más importante de su vida
“La verdad es que sí, estoy jugando el partido más difícil de toda mi carrera. No lo voy a negar. Pero voy ganando. Yo no le hago caso a la enfermedad. Todo está en la mente, si la mente está fuerte, el cuerpo está igual”.
Contundente, aleccionador, sin titubeos. Así como fue en la cancha, Hernán Fernando Sosa Rivero defiende hoy su vida contra el cáncer de próstata. No se victimiza ni pide ayuda. Al contrario, irradia fuerza mental y ganas de vivir. Incluso, se muestra totalmente convencido de que derrotará el padecimiento. Su proyecto con las ligas menores lo espera. Es obvio que ni debemos citar a qué equipo pertenecen tales divisiones inferiores.
La Liga Deportiva Alajuelense (LDA) no es el único equipo en la carrera de Sosa. Sin embargo, él mismo reconoce dos aspectos: sus mejores años como jugador fueron en el club que marcó su existencia, y no hubo dinero capaz de alejarlo de un amor que crece a diario.
“La Liga es mi familia. Yo estoy eternamente agradecido con esta institución, con mis compañeros de trabajo, con los ‘chiquillos’ de las ligas menores. Siempre los voy a llevar en mi corazón. Si yo estoy aquí hablando con ustedes es gracias a la directiva y en especial a don Joseph (actual vicepresidente de LDA)”, se sincera el otrora férreo defensor.
Con calma, tiempo y confesando que no le gusta mucho dar entrevistas, el Negro Sosa nos atendió por casi una hora en una de las bancas que nos protegía del inclemente sol de Turrúcares, en el Centro de Alto Rendimiento (CAR). Su estilo es sereno pero a la vez firme.
La conversación se dio frente a una de las canchas del complejo de entrenamiento totalmente vacía, pero que muchas veces señaló para contar una anécdota, ilustrar una barrida o aquella jugada en la que Jorge Manuel “el Gugui” Ulate casi le anota al River Plate, tras un pase suyo en aquella histórica final.

¿Un jugador del calibre de Sosa en periodo de prueba?
Algunos íconos de LDA se formaron en sus divisiones menores, como Ricardo Chacón. Otros, por ejemplo Pablo Izaguirre, fueron extranjeros contratados por sus atestados que en poco tiempo marcaron diferencia. Sin embargo, hubo uno que tuvo un arranque en el equipo muy distinto, pues llegó “a prueba”, lo cual no le agradó para nada en su momento.
Hernán Sosa llegó a vestir la camiseta rojinegra ya curtido, con 27 años de edad. Tenía suficiente experiencia y además títulos en su palmarés, ganados en el Atlético Bella Vista de Uruguay y el Alianza Lima de El Salvador, último club antes de llegar a Alajuelense.
No era ningún novato. Incluso, le tocó marcar con buen suceso a Jorge “el Mágico” González, designado por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol, como el mejor jugador centroamericano de la historia.
“El presidente de la Federación Salvadoreña de Fútbol, José Ramón Flores, me recomendó a la directiva de la Liga en 1987. Yo tenía una opción muy fuerte en el Real España de Honduras pero pesó mucho un recuerdo muy lindo que tuve en Costa Rica un tiempo atrás.”, detalló el Negro.
¿Cuál fue la remembranza? En 1984, jugando para el San Lorenzo de Almagro, en Argentina, Sosa visitó nuestro país para enfrentarse a la Selección Olímpica, dirigida por Antonio Moyano Reina. El uruguayo recuerda que solo en Costa Rica les dieron permiso de salir por las noches, debido al clima de paz propio del suelo nacional.
“Imagínese… en todo lado nos dejaban metidos en el hotel y estábamos bien estresados. Acá, en cambio, nos dieron permiso de salir y nosotros felices. Nos fuimos a bailar toda la noche al Centro Comercial el Pueblo”, narra entre risas.
Ese detalle, quizá jocoso durante la gira, fue vital para inclinar la balanza del exjugador hacia la Liga Deportiva Alajuelense. Además, se convirtió en una dosis de paciencia para soportar un periodo de prueba con los manudos que, por supuesto, superó con creces en la era de Joseph Bouska, entrenador que lo hizo debutar.
Sosa siempre se define como alguien que escucha consejos, pero que toma decisiones. No es medroso. Otra recomendación que ayudó para venir a Costa Rica fue la de su entrenador en el Alianza, Ricardo “Chele” Sepúlveda, quien simplemen,te le dijo: “La Liga es el mejor equipo de Centroamérica, ni lo pienses”. Le hizo caso.

Nervios de acero en un debut de altos quilates
Sosa, a pesar de que sabía que estaba a prueba, nunca se amedrentó. Mostró categoría, pero sobre todo carácter. No le tembló la voz para aconsejar y hasta regañar a Mauricio Montero y a Ronald Mora. Fue él quien dio una especie de ultimátum para que se definiera su situación. El resto es historia.
El 25 de julio de 1987 el defensor debutó con LDA. Un partido histórico, no para cualquiera y mucho menos en el puesto de defensa central. Ese día, los rojinegros enfrentaron al célebre River Plate por la final de la Copa Interamericana, en una serie a dos juegos.
Los “millonarios” tenían uno de los planteles más fuertes en sus 118 años de existencia. Claudio Paul Caniggia, Oscar Ruggeri, Américo Gallego, Sergio Goycochea y Néstor Gorosito estuvieron en el Morera Soto y sudaron la gota gorda. Lamentablemente no fue así en Argentina.
“¡No me temblaron las piernas con 80 mil personas y me iba a poner nervioso con 20 mil! Para nada. Yo sabía que allá en Buenos Aires por la temperatura (3 grados bajo cero) sería muy difícil para los compañeros, pero en Alajuela, con un poco más de calma, pudimos haber ganado ese partido”, recuerda con nostalgia.
En este punto específico el hilo de nuestra conversación se interrumpió. Un exportero de nombre José Alexis Rojas regresaba del área de terapia del CAR y se cruzó frente a nosotros.
—¡Ey Nica! ¡Venga!”, gritó Sosa.
—Este sí que atajaba; todas las agarraba. Tenía una potencia en las piernas”, nos dijo con fuerza el exdefensor. Irradia aprecio por el Supermán.
—¿Qué pasó Negrazo? —saludó efusivamente Rojas al llegar.
—¿Se acuerda la final contra Saprissa en el 91, que usted estaba todo cagado?
—¡Ja ja ja!. Diay sí, pero no vio cómo jugué?.
(Se abrazan y dan palmadas).
—¿Se va a curar este carajo, verdad Alexis? —le pregunté en tono confianzudo.
—¡Claaaro!, no ve, hasta está gordo ya. Antes parecía un palo de cacería.
—Se cuida Nica… ¿Todo bien?”
—Pura vida negro… Póngale con esa vara ah.”
(Sosa asintió en silencio).
José Alexis tomó rumbo a los vestidores y nosotros nos quedamos con un nudillo en la garganta. Dos ídolos frente a nosotros que de niños vimos quedar campeones, tratándose como entrañables amigos casi 28 años después de alzar la copa en 1991.

Cinco años plagados de compromiso
La final de la Copa Interamericana se perdió con un marcador global de 3 a 0. Era una misión muy difícil, pero dejó puntos altos. Entre ellos, el portero Alejandro González, quien evitó una goleada en Alajuela; Juan Cayasso, quien “volaba” en ese momento, y Hernán Fernando Sosa, que empezó a abrirse camino en esa serie.
A partir de ese momento y hasta 1992 la titularidad nunca lo abandonó. Fueron años de líderes, de trofeos, de gratos recuerdos. Una época de estadios llenos. De profunda identificación con figuras como Mauricio Montero, Javier Delgado, Joaquín “el Toyota” Guillén, Óscar Ramírez, Richard “la Pantera” Smith y Álvaro Solano. ¿Recuerda a alguno?
“Yo me gané el respeto de todos, pero me sentí a gusto desde el primer día. Le digo que el compañero de puesto era Franco Benavides, y apenas llegué me recibió con una cordial bienvenida; terminamos siendo amigos. No es por decirlo, pero de verdad sentí que era mi familia desde que llegué”, confiesa Sosa.
El exdefensor mezclaba elegancia con juego duro si se ameritaba, aunque nunca abusó de las faltas. De hecho, solo registró una expulsión durante su estancia en Costa Rica y fue tan injusta que ni siquiera recibió el partido de suspensión de rigor.
Su carácter lo mostró ante quien fuera. Compañeros, rivales, afición o prensa. Incluso hasta al mismo entrenador que lo hizo debutar. Anécdota imperdible durante un entrenamiento la que usted está a punto de leer.
“Estábamos practicando la salida en bloque de la defensa. Mi compañero Chaves Innecken (José Carlos), en una jugada gritó ¡fuera! Don Joseph creyó que había sido yo y me dijo ¡Sosa idiota! Yo le respondí ¡tu madre hijueputa! Los compañeros se quedaron mudos.”, recuerda el uruguayo, quien agregó que al finalizar la práctica aclararon lo ocurrido y el tiempo los convirtió en grandes amigos.
Sosa, amante del estilo de juego del exdefensor central chileno Elías Ricardo Figueroa, ganó dos campeonatos con los manudos. Aunque participó como futbolista y entrenador en otros equipos, siempre ha externado que esté donde esté, pasa pendiente de la Liga y no se pierde ni medio partido.
Firme convencimiento de una recuperación plena
Hernán cumplirá 60 años en diciembre. Ni por la mente le pasa postergar en demasía su plan de trabajo con las ligas menores rojinegras. Está convencido de que el partido que enfrenta en la actualidad lo ganará. A veces la impaciencia lo debilita, pero no le quita el ímpetu.
“Apenas el doctor me dé el alta arranco de nuevo con todo en la Liga. Cuando puedo vengo acá (al CAR) a saludar a todo mundo, a dar algunos consejos y a estar con los muchachos… es que es mi familia, así de simple”, expresa este vecino del centro de Turrúcares, amigo de los asados y enemigo de los chismes.
El Negro Sosa se apasiona por el futbol, pero no solo de eso habla. Aprovecha nuestra visita para dar un mensaje a los hombres que se acercan a los 40 años o ya llegaron al cuarto piso. Con el cáncer de próstata no se juega, y actualmente es el que más vidas cobra en la población masculina de acuerdo con el Ministerio de Salud, con un promedio cercano a las 450 muertes anuales.
“¡Háganse el examen de próstata! Yo me he recuperado mucho. Antes no tenía defensas, me dolían hasta los huesos y me sentía débil, pero ya he ganado peso y hoy tengo mucha vitalidad… yo no le hago caso a la enfermedad”, repite uno de los símbolos más recordados por el liguismo.
El cáncer de próstata es un enemigo silencioso. No avisa. Ataca como ese delantero que no genera peligro, pero de pronto en la jugada más inesperada se encuentra un rebote, anota un gol con la espinilla y te deja frío, sin respuestas.
Este es un partido que no estás jugando solo Negro Sosa. Los liguistas estamos con vos. Tenelo por seguro que los rivales también por el respeto que te ganaste en la cancha y fuera de ella. En tiempos extras o penales lo vamos a ganar juntos. Y ese asado en tu casa verás que tendrá muchos invitados.
“La Liga es mi familia. En 1987 Saprissa me ofreció el doble de salario y no me quise ir”.
“Cuando jugué en El Salvador, el ´mágico´ González me pasaba a buscar a la casa para ir a bailar”.
“El partido contra River Plate en el Morera lo pudimos haber ganado, tuvimos muchas opciones”.
“Yo quiero vivir en Costa Rica el resto de mis días. No cambio la gente, el clima, el ambiente”.
