LA QUE NUNCA ABANDONA...
Ni lluvia, distancia, fronteras o cualquier sequía de campeonatos pueden contra un sentimiento inexplicable
Ellos saben lo que significa sudar cuatro horas cantando bajo el quemante sol de Alajuela. O venirse desde Honduras y Jicaral en bus y en ferry completamente empapados y escoltados por el peligro a una emboscada en una oscura carretera sin fin. Pero también conocen las mieles de un campeonato en una remota e incómoda esquina del Eladio Rosabal Cordero.
Han recibido fuertes críticas (algunas con fundamento), pero también son capaces de levantar a todo el Morera Soto cuando se necesita el gol de la victoria o al menos del empate. Y si ese gol cae, ya no solo canta La 12. Canta todo el estadio.
A ellos tampoco les tiembla el pulso para recoger basura después de un partido de esos en los que no cabe ni una aguja, o para ayudar al encargado de mantenimiento a efectuar mejoras a alguna malla. ¿Quién pintó los murales de don Carlos Alvarado, de Wilmer López o de Mauricio Montero que usted quizá ha visto en el estadio? La 12.
Aceptan que no son santos. Pero recalcan que en los últimos años se han centrado en alentar al equipo sin importar el resultado, y en compenetrar a toda la afición siguiendo cantos, aplausos o iniciativas como los mosaicos que engalanan las graderías. Desean ser vistos como un sector que une y no que divide al rojinegro. Incluso, han pagado multas de su bolsa para no afectar a la institución.
“En la barra hay jóvenes, adultos, ya hay familias completas que se sientan cerca, y hasta gente en sillas de ruedas va al grupo. Usted encuentra hombres, mujeres o seguidores que vienen desde Puntarenas a apoyar. Podemos ser unos 2 mil aproximadamente, aunque no siempre van todos necesariamente”, detalle Erre, el líder actual de La 12, enfermero de profesión.
Este aficionado, vecino de Hatillo, explicó que hay distintos subgrupos dedicados a acciones específicas, como amarrar lienzos, colocar las mantas que se aprecian en las mallas, cargar y tocar los bombos o trompetas, así como organizar actos de bien social, que generalmente se dan a fin de año, o cuando el país es golpeado por una inundación, por ejemplo.
Dentro de La 12 hay un sentimiento único por la Liga. Sin el equipo, probablemente ni se hubieran conocido muchos de sus miembros. Un alto porcentaje de ellos son verdaderos amigos. Se han ayudado en complejos problemas personales, como deudas o muertes de familiares cercanos. Además son infaltables los reñidos “campeonatos internos” de futbol 7, y las idas a comer o en ocasiones por un traguillo de más. No lo niegan.

Orígenes de la barra
¿Primero el huevo o la gallina? Los de la acera de enfrente dicen que la “Ultra” nación antes. Por eso, buscamos al fundador de La 12 para conocer su versión. Es Javier Perera, por cierto vecino de Tibás y conocido como Romario, quien argumenta su posición.
Ya retirado de las graderías y dedicado actualmente a su trabajo y Evangelio, sostiene que la agrupación fue la primera barra organizada no solo de Costa Rica, sino también de toda la Concacaf, incluso antes que cualquiera de México. Cuenta que desde el principio soportaron calores en el Lito Pérez o aguaceros interminables en el Juan Gobán de Limón, pero el grupo creció con el paso de los campeonatos.
“En un inicio nos llamamos La Turba, allá por 1994. Alentábamos con cantos en la gradería de sol, donde hoy están los palcos nuevos. Luego, junto con un costarricense que vivió varios años en Argentina, adoptamos el nombre de Los Poetas del Tablón, y luego quedamos definitivamente como La 12”, recuerda Romario, quien ya supera los 50 años.
La agrupación comenzó a consolidarse a partir de 1995. Despertaron críticas por algunos pasajes negativos, pero a la vez, empatía por impregnar tanto al Morera Soto como a duros escenarios visitantes. No en vano, visitas al Fello Meza evidenciaban una verdadera marea rojinegra detrás del marco sur.
Romario asegura que no se arrepiente de nada durante los años que estuvo al frente de la agrupación, aunque, claro está, aún lamenta profundamente la muerte de un aficionado de 19 años del Club Sport Herediano, quien falleció tras un enfrentamiento con seguidores liguistas en las cercanías del Morera Soto, en octubre del 2000. Un pasaje que nunca debió suceder.

Una mancha rojinegra en el azteca
La 12 no solo canta en el Morera. Devolverse de madrugada en el frío y en ocasiones, invisible Cerro de la Muerte cuando se juega contra Pérez Zeledón, a mitad de semana, no es ajeno para ellos. También recurren a ahorros, rifas y a ingeniárselas para acompañar a la Liga fuera de Costa Rica, con el fin de que sienta compañía en algunos retos duros de la Concacaf.
“Beto”, quien integra la barra desde el 2001, señala que han realizado cerca de 20 viajes cruzando las fronteras, para apoyar al equipo en Nicaragua, México, Honduras, Panamá y Guatemala.
Hay un viaje que no se olvida. La Liga tejió uno de los logros deportivos más grandes de su historia, al convertirse en el único equipo costarricense en ganarle al América en el mítico Estadio Azteca. El coloso de Santa Úrsula. Un inolvidable 1 a 0 en una lluviosa noche de octubre de 2013. Una página de oro.
La 12 estuvo ahí. desde una de las graderías ubicadas en la parte más alta, una mancha uniformada de rojo y negro rompió con la monotonía de un imponente escenario que estuvo muy lejos de llenarse, pero que vio a casi 300 liguistas explotar con aquel cabezazo de Jerry Palacios. “Fue algo indescriptible. Ese gol está entre los que más he celebrado en toda mi vida, junto a otros como los de Gabas contra Heredia en el Morera. Me eché el bombo al hombro… una locura. Imagínese silenciar al Azteca”, recuerda Beto.
Este aficionado narra que vivieron un martirio, pues la policía los retiró de la gradería faltando dos minutos para el final del partido. El américa se había volcado en pos del empate. Al escuchar algunos gritos que indicaban el fin del juego, todo fue abrazos y cánticos.

Las buenas causas están presentes
Hay otra cara de la moneda. Una que no justifica a la otra, pero existe, y de la que se informa muy poco. Cada vez que llega Navidad o en el inicio del curso lectivo, la barra viaja a sitios bien recónditos. De esos que sabemos que existen cuando hay comunidades aisladas por las lluvias o cuando se acerca el “Sueño de Navidad”.
A zonas como Nicoya, Tirrases, Barranca o Desamparados, han llegado víveres, regalos, ropa nueva, cuadernos y libros. No puede estar ausente la mejenga en la que a veces juegan hasta 25 contra 34. Risas, algarabía y felicidad son el verdadero marcador. Al grupo no le interesa salir en periódicos o noticieros repartiendo regalos, pero sí le duele que en los últimos tiempos casi no ha habido problemas y eso pasa inadvertido. “A uno la familia a veces le cuestiona que por qué se involucra tanto en algo así. Viajes, gastos broncas en que uno se pueda meter, pero diay es una pasión que se lleva adentro y entre nosotros la entendemos… a veces ni nosotros mismos”, señala Erre.

desligar el sentimiento de un resultado
Beto describe la pasión por seguir al equipo juegue donde juegue, como un afecto que debe trascender la consecución de un campeonato, o no. Evidentemente, ningún aficionado alienta para perder un partido, pero el sentimiento en La doce supera el significado de una victoria o una derrota. “Al jugador lo que le pedimos es que no se guarde nada, que entregue todo por el equipo como uno lo hace en la gradería. Incluso eso dicen nuestras canciones. El campeonato pasado casi siempre se jugó a estadio lleno, aunque prácticamente cada jornada estábamos eliminados. Eso es lo que queremos, que no se divida a La 12 de la afición liguista”, manifiesta el seguidor.
El último gran capitán de la liga Deportiva Alajuelense tiene su opinión sobre la barra que nunca abandona al equipo. No en vano, la imagen de Pablo Daniel Antonio Gabas está desplegada en el centro de una manta que La 12 guarda como homenaje a aquellos que de verdad dan todo por los colores.
“Yo instauré una especie de ritual, que lamentablemente se ha perdido. En mi época saludábamos a La 12 antes y después de los partidos, porque ellos se rompen la voz apoyándonos, ya sea que vayamos de primeros o en los peores lugares”, dice sin miramientos Gabas.
La pasión hacia un equipo grande puede tener un duro examen cuando los títulos no llegan. Jorge Luis Pinto nos dijo que los cetros construyen la historia de una organización deportiva. Si lo mejor de la Liga en los últimos años de sequía de campeonatos fue su afición, La 12 demostró con creces que realmente, y más allá de lo que pueda decir una manta… es la que nunca abandona.
