ENTREVISTA DE LA SEMANA

WILMER "EL PATO" LOPEZ

De Wilmer abruma su sencillez, presente en su vestimenta, en su mirada, en su forma de hablar. Esa que se sabe no es pose, sino la consecuencia de una forma de vida

UN INAGOTABLE "PATO" LOPEZ

Así hemos dibujado al equipo, aquí un jugador hace muchas cosas. Wilmer López es un volante que en Costa Rica llaman de contención, pero hace pases de gol y también anota. Así es el futbol moderno“, comentaba en 1995 el recién llegado Valdeir “Badú” Vieira sobre un juvenil Wilmer Andrés López Arguedas, quien hasta ese momento y durante la era Postulka, empleaba sus dotes futbolísticos e inapelable condición física, en recorrer sin cesar el terreno de juego, marcando a quien fuese el mejor jugador del equipo rival. Fue “Badú” y gracias a  él, que se liberaría la mejor versión de la polifuncionalidad insustituible del “Pato”, “el Ingeniero”, el Wilmer que aún recorre sin cansancio el campo de juego de nuestro imaginario personal y colectivo.

De Wilmer abruma su sencillez presente en su vestimenta, en su mirada, en su forma de hablar. Esa que se sabe no es pose, sino la consecuencia de una forma de vida. Proviene de una familia amante de este deporte y devota de la Liga Deportiva Alajuelense. Su mamá fue parte del equipo femenino del Hospital de Alajuela. De la mano de su padre y en compañía de su hermano Harold, se convertiría en asiduo visitante del estadio, donde no perdía oportunidad de admirar la destreza, visión de juego y elegancia de sus ídolos de infancia. Su niñez transcurrió en interminables mejenguitas de alameda en el INVU Las Cañas, siendo uno de esos niños que cada Navidad pedía el uniforme de temporada del equipo y uno de los pocos pequeños seleccionados en 1978, como parte del proyecto de formación de ligas menores emprendido por un recién llegado Iván Mraz.

Uno de sus primeros formadores fue Jorge Luis León Azofeifa. Para el formador de futbolistas, quien fue coordinador de las divisiones menores en las tiendas erizas, desde muy temprana edad las condiciones deportivas del “Pato” eran sobresalientes. Su depurada técnica con ambas piernas, su visión periférica, así como su constante disposición en cada entrenamiento, le caracterizaban.

Era muy común verlo hacer pases sin observar a quién se dirigían. Él sabía con exactitud dónde colocar el balón incluso antes de pedirlo a un compañero. Además, podía correr por toda la cancha, sabía jugar sin bola, algo que no todos pueden”, recuerda el estratega, hoy pensionado.

León Azofeifa resalta que figuraba no solo por sus aptitudes como deportista, sino también por sus cualidades personales: “Para mí es de mucha satisfacción que una figura como Wilmer se acuerde de las enseñanzas que uno intentó dejarle hace tantos años. Siempre les inculqué a él y a otros como Javier Delgado el valor de la disciplina y el estudio”, mencionó con vehemencia León.

Su trayectoria durante los años 1993-1998, 1999-2007, lo convertiría en el jugador nacional que ostenta el récord de más apariciones y más minutos jugados para la institución. Fue así un indispensable, que pocos saben sufriría varias peripecias para lograr una vida como futbolista profesional, dentro del equipo donde cumplió todas y cada una de las etapas de formación posibles, desde los ocho años. Pocos saben también, que él fue quien se caracterizó por entregar un 200% de volanteo intenso, y sujetaba sus costillas en los inicios de su carrera, para así mitigar el dolor que le ocasionaba un severo problema hepático, congénito. 

Se recuerdan sus asocios con Miso, Froylán, la Bala Gómez, Wallace, Wilson Muñoz, así como la labor complementaria de Izaguirre en los segundos tiempos, generalmente letales. Wilmer, sin embargo, no se decanta por alguno de ellos en particular y antes bien, agradece a todos, a todos y cada uno de los compañeros que tuvo, que le permitieron mostrar en la cancha sus argumentos.

Sin ser delantero, debutaría con gol en la primera división ante Limón en 1992. Con la Liga anotaría la nada despreciable suma de ochenta goles, cinco de ellos en un mismo partido. Una marca que, desde entonces, ningún jugador costarricense ha sido capaz de igualar. El antecedente manudo inmediato, son las cinco dianas encajadas por el mítico Errol Daniels en agosto de 1970, contra Barrio México. Sin ser alto, ni poseer un gran salto, supo hacer buena parte de sus goles de cabeza, gracias a su a ubicación y técnica de pegada.

Fueron también cinco, las distinciones de mejor jugador de Costa Rica, otorgados por la Federación Costarricense de Futbol, que Wilmer lograría; de manera consecutiva, durante los torneos 1996-97, 1997-98, 1998-99, 1999-00 y 2000-01. En este período recibiría galardones semejantes por parte de la prensa deportiva, que también reconocería la que fue su especialidad: las asistencias. Sus pases al espacio, su visión de juego, sus servicios, su colaboración en la marca y el liderazgo que ejercía sobre sus compañeros, fueron virtudes que tomaron en cuenta 16 especialistas, entre técnicos y exjugadores, para considerarles en su oportunidad como el mejor volante creativo de la década comprendida entre 1995 al 2005, superando talentos de la talla de Oscar Ramírez o Walter Centeno[1].

Luego de su retiro volvería al equipo como asistente y después como entrenador. En una de sus interminables muestras de compromiso, pospondría en varias ocasiones una delicada cirugía, para no desatender sus compromisos como timonel, luego de la salida de Benito Floro.

Lo entrevistamos en la gradería este del Alejandro Morera. No pareciera existir otro lugar donde sienta más comodidad que en su propia casa.

[1]Volante de un decenio. Al Día. Sección Ovación. Domingo 3 de julio de 2005. http://wvw.aldia.cr/ad_ee/2005/julio/03/ovacion4.html

 ¿Usted nació chueco?

Nací chueco… (risas). Se trata de un desgaste de cadera, es una cuestión de nacimiento que se fue agravando con el tiempo. El doctor que me operó dice que el desgaste de cadera que yo tenía era para una persona de la tercera edad.

¿Por el fútbol?

Por la actividad del trabajo mío que era el futbol, que era entrenamiento, eran los brincos, los multisaltos, subir gradas. Subir todas estas gradas de sol hasta arriba y bajarlas… lo hice cualquier cantidad de veces, lo hicimos y no solo en la primera división sino desde ligas menores. Los entrenamientos de ligas menores no eran tan científicos como lo son ahora. Antes era lo que el entrenador pensaba, lo que él creía era lo mejor y entonces simplemente lo hacíamos. Subir las gradas, subir las gradas corriendo, subir las gradas con los dos pies juntos, subir las gradas en un solo pie, fueron actividades que ayudaron al desgaste.

¿Durante su carrera no le generó problemas?

Mientras fui jugador activo yo no sentí molestias. Tal vez porque uno pasaba haciendo ejercicio, gimnasio, entrenamiento. Uno mantenía una masa muscular bastante buena, no era un fisicoculturista, pero tenía la masa muscular suficientemente buena para no sentir esas molestias.

¿Cuándo le aquejaron los dolores?

El problema vino después del retiro.  Yo me retiré como a los 38 años, los dolores empezaron como a los 41 por ahí más o menos. Después del retiro fue cuando vinieron  los dolores, las molestias. Los dolores eran tan fuertes estando sentado, acostado, de pie, corriendo o caminando, de la forma que fuera, me dolía.

Cuando yo estaba como asistente (de entrenador) y cuando se me dio la oportunidad de serlo, ya prácticamente todo estaba listo para la operación. Esa fue la época cuando quitaron a Benito (Floro) y me dijeron que agarrara el equipo. Tuve que aplazar la operación un tiempo. EL doctor me dijo en ese momento que si duraba 7 meses más sin operarme, prácticamente tenía que andar con muletas hasta el momento de la operación.

Esta situación es complicada para uno, pero es parte de la vida. Ahora, la gente no se acuerda, pero el peor problema que yo tuve fue la operación del riñón a los 22 años, empezando mi carrera con la Liga.

¿Qué padeció en el riñón?

Tenía una obstrucción en el catéter que va de la vejiga. Una obstrucción del conducto que va del riñón a la vejiga. Igual que la cadera, un problema congénito. Mi riñón izquierdo no drenaba el líquido que tiene que drenar normalmente.

¿Cómo le afectó este padecimiento su desempeño en aquella época?

Tenía que meterme los dedos así entre las costillas, para poder entrenar o jugar. Era un dolor increíble, hasta que un día el doctor de la Liga me mandó unos exámenes y  en las pruebas salió la sangre oculta. Me mandaron hacerme un ultrasonido y determinaron que mi riñón izquierdo no drenaba. Me revisaron tres urólogos, dos de esos tres recomendaron quitarme el riñón, lo cual me habría impedido seguir jugando en primera división. Afortunadamente el tercero de ellos, el Dr. Emmanuel Chavarría, dijo que no y me inició un tratamiento. Me realizaron una cirugía que permitió que el riñón pudiese drenar al menos a un 20% de su capacidad. Mi riñón sigue funcionando a un 20%.

¿Cómo se abordó su problema médico en la institución?

Mi contrato con la Liga vencía poco después de esa operación. La opinión del Dr. Chavarría fue necesaria para que la Junta Directiva valorara mi renovación. Él les explicó a los directivos qué me había hecho, y las posibles repercusiones, riesgos. De su criterio dependía la continuidad de mi contrato. Por dicha él les dijo que no habría problema, que yo sí podía hacer mi vida normal de jugador.

El tema de la orina, usted no sabe lo que fue. La primera señal de doping es precisamente sangre oculta en la orina. Cuando me hacían las pruebas el doctor Chavarría tuvo que darme un dictamen explicando toda la situación. Que siempre me iba a salir sangre oculta por este padecimiento del riñón.

¿Algún cuidado en particular durante aquella época?

Con comida y eso no, tal vez a la gente lo que más le restringen es el licor, pero conmigo no había ese problema porque yo nunca, nunca, he tomado licor. Tampoco he fumado. 

Esta era una pregunta que teníamos previsto hacer más adelante, pero no vamos a  plantear las preguntas ordenadas. ¿De verdad tragos, nada?

Yo nunca, nunca en mi vida.  Detesto el licor, no me molesta que la gente donde yo esté tome pero para a mí no me gusta, ni el “guarito” soporto, ni el queque navideño ese que hacen. Sobra quién te ofrezca, eso abunda en el futbol. La gente te ofrece los vicios como si nada, inclusive a veces ni respetan, porque saben que uno es deportista, que uno no toma y aun así te ofrecen. La misma gente que usted quince días antes le dijo no tomaba, te vuelve a ofrecer, es insistente.

¿Cómo son sus inicios de llegar a Alajuela, Wilmer?, Ud. viene de familia de futbolistas…

¿De familia futbolista?

Bueno, su hermano y usted….

Si, puede ser por mi mamá.

¿Ella jugó?

Mamá jugaba con el equipo femenino del hospital de San Rafael de Alajuela.

¿Ustedes son de Alajuela?

Nosotros somos de aquí de Alajuela, de Las Cañas. Vea que si yo estoy en la Liga desde entonces…que vea esta foto, la publiqué ayer en la noche en Instagram. Este soy yo, este es Óscar Valverde, este es Juan Carlos Arguedas y este que está aquí, es mi hermano. Esta foto puede haber sido tomada entre 1980 y 1979…nada más averigüe cuándo construyeron la gradería. Fue antes de que construyeran la gradería y me acuerdo bien porque la Liga jugaba y allá (señala) había un árbol. La gente se subía en los árboles y desde ahí veía el partido. Aquí en la foto el más carajillo era yo, todos los demás son nacidos en el 69 o en el 70 y solo yo era del 71, para que se dé cuenta de que la cosa viene desde la cuna.

¿Cómo se da el primer contacto con la Liga?

Nosotros vinimos a una prueba en los años 78 o 79, la primera vez que vino Iván Mraz a la Liga. Iván vino y él empezó a formar las ligas menores. Nos enteramos de que se estaban llevando a cabo pruebas en el estadio. Vinimos y durante la prueba nos observaban Iván y otros jugadores de primera división, apuntaban, tomaban notas y ahí fue cuando nos llamaron a mi hermano y a mí. De ahí se formaron los grupitos que eran el mosco infantil juvenil y las promesas.

¿Es cierto que, de niño, era Ud. quien cambiaba y maniobraba el viejo marcador del Estadio?

¡Sí! Era un marcador de lata. Por ahí por donde están los camerinos, había una casa, que era donde vivía don Álvaro Vega, el encargado del cuido de la cancha, quien le da nombre a la gramilla. La casa de don Álvaro tenía una puerta que daba hacia la acera y otra que daba hacia la puerta que comunicaba a lo interno del Estadio. Yo venía aquí con mi hermano y mi papá y como no teníamos plata entonces le tocábamos la puerta y le decíamos: don Álvaro, ¿nos mete? Él nos pasaba rápido a su casa, abría rápidamente la puerta que da hacia el estadio, se asomaba para corroborar si venia alguien y nos pasaba rápido. Entrabamos y nos daba los números para encargarnos de poner el marcador.

¿Eran partidos oficiales?

Sí, eran partidos oficiales, entonces si la Liga metía un gol yo ponía el amarillo de lata y si el otro equipo metía un gol, yo lo ponía hasta media hora después (risas).

¿Cuáles jugadores admiraba entonces?

Yo venía a ver al Zurdo Jiménez, al Cadáver, a Mills, a Beto Ugalde. será que ya yo traía la posición…. pero ver a Beto Ugalde y Marvin Álvarez que eran dos flacos, flacos de media cancha que corrían toda la cancha y metían y metían bolas y eran…oiga…espectaculares.

¿Cuál fue el entrenador que lo empezó a formar?

Yo tuve entrenadores muy buenos como Hugo Gómez que inclusive es padrino de mi hija Wyzangel. Tuve también a don Jorge León que me enseñó disciplina, puntualidad y responsabilidad, cuando llegamos a entrenar nos hacía enseñarle primero el maletín para ver que estuviera todo y si no traíamos algo, no nos permitía prestarnos cosas. Fue una formación de mucha disciplina y es una de las cosas que más necesita un jugador.

¿Cómo llega a primera división?

Jugué con una selección juvenil, y nos fue mal. Fuimos a una eliminatoria y quedamos eliminados, no calificamos al mundial. Cuando vine aquí, el Gerente de la Liga era Iván Mraz. Yo le dije que me quería ir para algún equipo, que quería jugar. Me contestó que si tenía alguno, que me fuera, que sino él me ayudaba a conseguir uno. Eso fue en segunda división. En aquella época eran muy fuertes la Universidad de Costa Rica, San Ramón y Pérez Zeledón. Yo fui una semana a entrenar con la Universidad de Costa Rica y el entrenador, Said Gutiérrez, me dijo que me quedara. Para mí era muy lejos, y entonces no volví. Me fui luego una semana a entrenar a San Ramón, pero quedaba muy lejos también. El equipo era muy fuerte, era el llamado a quedar en primera división. Luego me fui a Sarchí, Valverde Vega.

Pero…. ¿no quería estar en la Liga?

Es que en la liga era quedarse en promesas.  Yo quería buscar algo de mayor exigencia. Tenía 18 años, fui a Sarchí y estuve una semana. Finalmente me fui a El Carmen de Alajuela. Su entrenador era Luis Roberto Sibaja y él me dijo que me podía quedar, entonces me quedé. Iba en bici a entrenar. A El Carmen le fue muy bien en ese torneo y llegamos a la final nacional contra Pérez Zeledón. Por su parte, la Liga empezó a recoger en ese tiempo a todos los jugadores que tenía prestados. Eran como dieciocho jugadores prestados. Postulka nos anduvo en partidos de turno, en los barrios y en los pueblos y lo que se decía era que, de esos 18 jugadores, saldrían cinco para primera división. Tuve la fortuna y la dicha de que no me dejó, no me escogió. Lo digo porque en El Carmen tuve más participación, aunque claro, yo quería estar en la Liga.

En ese año fue cuando debuté en primera división, durante el primer año de don Carlos Watson con El Carmen.

¿Como era don Carlos Watson?  ¿Fue buen formador?

Sí, claro y yo le agradezco la oportunidad y la continuidad de jugar en El Carmen. Watson tiende a darle a uno mucha seguridad como jugador, de creer que uno tiene potencial como jugador.

¿Cómo se da su paso hacia la Liga?

Terminó ese campeonato del 92 y el año siguiente, era Postulka el que seguía. Cuando me vine a la Liga duré 7 u 8 partidos de banca, sin ver la luz.

¿Quién era el titular?

Varios, Juan Carlos Arguedas, Oscar Ramírez, Alexander Víquez…

¿Cómo se abrió espacio?

Por situaciones del fútbol. Durante la semana estuvimos entrenando y yo sabía que en el partido que venía, contra Saprissa, no sería el titular. Oscar Ramírez se lesionó y me tocó a mi jugar ese partido de titular y no me fue mal. A partir de ahí me quedé como titular. Le tengo que agradecer mucho a don Iván Mraz quien me ayudó en todo. Me ayudó a darme la tranquilidad y la confianza de buscar donde yo quisiera estar y estar cómodo. Después en la parte económica y contractual también me ayudó mucho.

¿Como fue su relación con don Iván (Mraz)?

Él es de las personas que, si usted le daba frutos, él se los reconocía.

En general hemos notado que las objeciones que existen hacia don Iván se dirigen más al aspecto de la gestión deportiva y no hacia su relación con los jugadores. Los que hemos entrevistado hasta el momento nos hablan bien de Iván Mraz.

¿Ya entrevistaron a Oscar Ramírez? ¿O a Juan Carlos Arguedas? Ellos no lo quieren, tenían sus razones.

Llega esa famosa liga del 93 y 94, la Liga de Badú. Un sector de la prensa lo trató de charlatán y otro de ícono histórico. ¿Quién fue Badú en realidad?

Charlatán no fue. La persona que diga que fue charlatán está mintiendo porque Badú con la Liga hizo cosas muy buenas y fuera de nuestro país llevó a Irán al mundial. A donde ha ido, ha dejado huella. Lo que yo he visto con Badú como entrenador, no lo he visto con otro. Badú vivía aquí en La Trinidad de Alajuela. De La Trinidad hacia La Agonía, Ud. agarra una sola recta: cruza todo el corazón de Alajuela, sube por la Feria de Mayoreo, pasa por el Mercado, luego la Catedral, el Parque y finalmente llega a La Agonía. Badú salía a las 6.00 a.m. Él caminaba porque no le gustaba manejar, a veces duraba más de una hora en llegar al Estadio, entre tantos saludos de la gente. Una vez lo hacía, en vez de ¡Liga, Liga!, la gente comenzaba a cantar ¡Badú, Badú!. El impacto de él en la afición fue muy grande.

Él te hablaba siempre clarito en la exposición. Te animaba. Nosotros jugábamos contra cualquier equipo, incluso con el último lugar y siempre lo hacíamos a estadio lleno. El grupo era muy unido, muy familiar. Se bien que todos los equipos suelen decir eso, pero nosotros en realidad lo éramos. Recuerdo el gol de tres dedos de José Alexis Rojas…toda la banca se metió y fue hasta donde estaba José Alexis a celebrar. Si no hubiese sido un buen grupo, eso no habría pasado. Hoy en día es difícil verlo.

Badú notó que existía un buen plantel y más bien lo que hizo fue darle libertad para que cada quien desarrollara su talento y su potencial. Badú liberó al equipo y le dio más capacidad ofensiva.

¿En la parte técnica existió algo que él  pudo imprimirle al equipo, que lo hiciera funcionar diferente o fue simplemente el subidón de motivación que logró en ustedes?

Yo creo que él dándole la libertad al jugador de explotar su potencial, le sacó más provecho a lo que venía haciendo el equipo antes de que él llegara. Creó una Liga más ofensiva. Siempre nos decía: “si nos meten un gol, vamos y les metemos dos, si nos meten dos vamos y les anotamos cuatro”, y en realidad pasaba!… Esa era la confianza que él trasmitía.

Ese plantel de entonces era impresionante….

Tenía muy buenos jugadores: la Bala Gómez, Luis Marín haciendo sus primeros pasos, Delgado, Mauricio.

Usted ganó siete títulos nacionales con la Liga. De esos siete, ¿cuál siente usted que fue la mejor Liga en la que usted participó?

Eso sería un pecado decirlo, no podría decirle porque en cada época usted tiene jugadores muy pero muy buenos, el año con Badú campeones Nahamán González, un jugadorazo, Froylán debutando jovencito, Carlos Castro. Javier (Delgado) que ya tiene sus años.

Cada campeonato que uno gana, uno los disfruta. Fueron grandes épocas, pero al final siempre son los compañeros los que ayudaban a que uno  fuese o no, figura. El jugador que se hace figura dentro de una institución es porque realmente tuvo compañeros muy buenos.

Su posición, a lo que a usted le daría tanto renombre… ¿siempre jugó ahí?

Yo jugué en todas las posiciones. Comenzando en ligas menores jugué de defensa izquierdo, de volante izquierdo y de delantero izquierdo, en esa época en la que se jugaba con delantero izquierdo. Ya después cuando empecé a nivel profesional, en segunda división con El Carmen, jugué de volante de contención, también de volante creativo y hasta de delantero, cuando había lesionados. En la segunda etapa del campeonato, cuando entramos a semifinales, tuve la suerte de quedar de goleador…. metí como siete goles, quedé como tercer goleador del Campeonato de Segunda División durante ese año, me fue muy bien.

Usted ganó siete títulos nacionales con la Liga. De esos siete, ¿cuál siente usted que fue la mejor Liga en la que usted participó?

Eso sería un pecado decirlo, no podría decirle porque en cada época usted tiene jugadores muy pero muy buenos, el año con Badú campeones Nahamán González, un jugadorazo, Froylán debutando jovencito, Carlos Castro. Javier (Delgado) que ya tiene sus años.

Cada campeonato que uno gana, uno los disfruta. Fueron grandes épocas, pero al final siempre son los compañeros los que ayudaban a que uno  fuese o no, figura. El jugador que se hace figura dentro de una institución es porque realmente tuvo compañeros muy buenos.

Su posición, a lo que a usted le daría tanto renombre… ¿siempre jugó ahí?

Yo jugué en todas las posiciones. Comenzando en ligas menores jugué de defensa izquierdo, de volante izquierdo y de delantero izquierdo, en esa época en la que se jugaba con delantero izquierdo. Ya después cuando empecé a nivel profesional, en segunda división con El Carmen, jugué de volante de contención, también de volante creativo y hasta de delantero, cuando había lesionados. En la segunda etapa del campeonato, cuando entramos a semifinales, tuve la suerte de quedar de goleador…. metí como siete goles, quedé como tercer goleador del Campeonato de Segunda División durante ese año, me fue muy bien.

Son varias sus proezas. De su legado de más ochenta anotaciones para la Liga -cinco de ellas en un mismo partido- en el histórico 7 a 2 frente a San Carlos, el 29 de abril de 1998. Sus anotaciones encajadas en los minutos 10, 57, 62, 86 y 88 lo catapultaron a la segunda posición en la tabla de goleadores del campeonato de 1998 con 18 tantos, dos menos que el saprissista Alejandro Larrea, especializado entonces en el lanzamiento de penas máximas.

Lo mismo puede decirse de la audaz recepción a un pase de taquito de Rolando Fonseca, que Wilmer se encargaría de filtrar en un hermoso pase de profundidad hacia Mullins, quien, mediante un remate cruzado, convertiría el 3-2 definitivo en la remontada frente al Saprissa en su propio estadio, en aquella memorable serie de final disputada el domingo 13 de Julio de 1997. 

Usted metió 80 goles con la Liga. ¿Qué recuerda de ese famoso partido contra San Carlos? ¿Del recordado 7 a 2 un 29 de abril de 1998?

Todo se prestó esa noche para que yo metiera esos cinco goles.

¿Fue una de las mejores noches de su vida deportiva?

Sí, claro, fue una muy buena noche. Habían pasado como 30 años sin que nadie anotara cinco goles en un mismo partido y me correspondió hacerlo. Recuerdo la felicitación de mis compañeros, del cuerpo técnico y de toda la afición. La gente me lo reconoció, eso no pasaba tan seguido y uno no caía en cuenta de lo que había hecho en ese momento.

¿Cuáles entrenadores lo marcaron más en su carrera?

Badú me marcó mucho. Fue un gran humanista. Keosseián por su trabajo táctico y de estrategia, la garra charrúa. El carisma de Farinha, su devoción al trabajo y su manejo de la parte física que se trabajaba tan bien, que nadie nos podía ganar en los segundos tiempos. Con él ganamos dos campeonatos

Pinto fue un muy buen estratega, usó un equipo con una base física muy fuerte que venía desde la época anterior de Farinha. Eso le rindió dos años más, de ahí salió el tetracampeonato. Pinto y Keosseián son los mejores dos entrenadores que yo he tenido, por la exigencia y por la táctica.

¿Es verdad que es tan militar? ¿Que trata mal a los jugadores? ¿Cómo es él?

Pinto es exigente y fue exigente aquí en la Liga durante los dos años que estuvo. Se ha hablado más de la cuenta, pero pienso que Pinto en la Selección fue igual que en la Liga. Siempre ha marcado ese tono, esa figura, no había nada extraño y a nadie le tenía que chocar que Pinto fuera muy exigente. Si lo hizo en un equipo, con más razón lo iba a hacer en una Selección y en un Mundial.

Pinto te exige un 100% y quiere el 100% siempre. Quiere que usted dé lo mejor.  Yo tuve a Pinto dos años en la Liga Deportiva Alajuelense y le puedo decir que tanto Luis Marín como mi persona nunca tuvimos un solo choque con Pinto. Por eso, ¿cuándo vio a Ud. a Marin hablando mal de Pinto?  ¿O en las broncas? Cuando Ud. empieza a querer manejar las cosas a su beneficio, ahí tendrá siempre choques con el hombre. Pinto siempre reconoce en el jugador la entrega y el trabajo. Sí uno le da lo que él espera, uno no tiene por qué preocuparse.

¿Su gol más lindo?

Me acuerdo del gol en la final contra Pérez Zeledón, en el estadio de Saprissa. Yo metí un gol ahí, y me acuerdo porque ese fue el año que yo tuve una lesión grave, una lesión que me alejó casi siete meses del campeonato. Entré de cambio, era como la segunda o tercera bola que tocaba, Froylán me la dio de cabeza, yo le pegué y entró muy bonito, en el puro ángulo.

No obstante, quizás el gol que más recuerdo por lo que fue, contra quién fue…porque fue una final, internacional, contra un archirrival de toda la vida, el gol del 4-0. Ha sido la única vez que dos equipos de Costa Rica han llegado a una final internacional juntos, fue la única que vez y yo creo que está muy difícil que vuelva a suceder. Además, la forma en la que ganamos….

Una revancha tras aquella final de CONCACAF de 1995 nos ponía cara a cara frente al rival histórico, el Deportivo Saprissa. En el camino habían quedado el San José Earthquakes y el Monterrey mexicano. Un 1-1 en el Rosabal Cordero con goles de Solís para el conjunto de casa y de Wilmer López para el conjunto liguista selló el pase a la final. Un Morera Soto a reventar descargaba la potencia de sus gargantas en un juego rubricado con goles de Alpízar y Ledezma. Wilmer ya había anotado en el primer juego de ida, más su quinto y último gol de la serie, hizo reventar y temblar de euforia las graderías del estadio del Morera, en una celebración descontrolada que aún no asimilaba el habernos coronado campeones del Norte, Centroamérica y el Caribe por segunda ocasión.

¿Es cierto que se dejaba las uñas largas para marcar a los jugadores?

No, no, yo no me dejaba las uñas largas, si en algún momento traté de agarrar a un jugador, pero por ahí lo de las uñas nunca fue con la intención de arañarlo. Hubo una época en la que, marcando a otro jugador, uno sabia de ciertas artimañas: agarrarlo, andar jodiendo, empujarlo; pero era por la deficiencia que uno tenía por qué  no ser marcador, nunca fue con mala intención.

De hecho, me expulsaron varias veces jugando en primera división, pero fue por tonteras nunca por mala intención.

¿Su relación con Walter Centeno?

Yo con él siempre he tenido una buena relación. La rivalidad siempre la hecho la afición o prensa, no nosotros.

Su apodo, ¿de dónde sale?

Roger Ajún de canal Dos, que en aquella época transmitía los partidos de la Liga. Él ponía los apodos “El Sheriff”, “El Superman”, “La Pantera”, “El Cachorro”, “La Bala”. Él me puso el mío, después me dijo el papá de Roger Ajún que me lo puso porque los patos nunca están quietos, siempre están moviéndose para allá y para acá y me dijo: “así es usted en la cancha, nunca está quieto, va por la derecha aparece por la izquierda, estaba abajo, ahora aparece arriba”, Por eso fue.

¿Por qué no clasificamos a la segunda ronda con Guima? ¿Se debió  haber sostenido más la bola en ese partido contra Brasil? ¿Qué fue lo que pasó?

Yo no señalo el partido contra Brasil, porque jugamos un buen  encuentro y tuvimos opciones para haber metido 1 o 2 golcitos más, como también ellos tuvieron oportunidad para hacernos 8 o 10 goles. Era una selección muy potente la de Brasil, yo siento que el partido donde nosotros más pecamos fue contra China. Debimos meterle más goles, era un equipo más accesible. Contra Turquía fue un encuentro muy parejo, pero para mí el partido clave fue el de China.

¿Considera que fue una selección que podía llegar más arriba?

Claro que sí, por la calidad que tenía cada uno de los que estaban ahí, todo lo que se había hecho durante la eliminatoria, algo muy difícil de igualar. El hecho de haber ganado en el Azteca y haber ganado en Honduras.

Su despedida….

Sinceramente le digo, antes del partido yo tenía preocupación en cuanto a si iba a llegar la gente o no, mi despedida fue un miércoles y el sábado anterior fue la inauguración de la cancha sintética. La junta directiva de ese momento me prohibió hablar del partido de despedida hasta después de que pasara el partido de inauguración. Ellos creían que mi despedida podía quitarle protagonismo a la inauguración, entonces hasta que pasó el encuentro de inauguración yo pude ir a hacer el burumbún de la promoción, e ir a los medios de comunicación a invitar la gente.

Agradezco mucho a la afición, porque en tan poquitos días la respuesta de la gente fue increíble. Tuve que correr con todos los gastos, tuve que pagar la seguridad privada, a la Fuerza Pública a la Cruz Roja, la comida, más o menos unos dos millones y medio de colones.

¿La Directiva no le quiso ayudar más?

La institución me cedió el estadio y me prestó el equipo. No me cobró la luz, pero al final yo agradezco, en especial al directivo don Oscar Alvarado. Le agradezco a él y al que es el “papá” mío como le digo yo a Hugo Bolaños, ellos dos fueron los padrinos míos en todo el sentido. En esa época las entradas yo las tuve que pagar a hacer, no son como ahora que las hacen aquí o las mandan por WhatsApp, en esa época había que ir a una imprenta y salían caras.

¿Wilmer, cómo frenamos esta sequía?

Los que somos de la casa hemos sido los que hemos pagado. Pagamos la incomprensión de los jugadores.  La sequía pasa más por los jugadores, que el cuerpo técnico o por la dirigencia. Ha habido buenos y malos entrenadores. Ha habido buenos y malos dirigentes, pero los artistas principales de sacar esto son los jugadores, porque les toca responder en la cancha.

¿Quién es Wilmer López?

Soy liguista desde la cuna y soy de Alajuela. Yo puedo decir una cosa, que no todo jugador que haya sido figura o haya jugado en Liga Deportiva Alajuelense, puede decir: Yo nací en Alajuela, soy de Alajuela, hice mis ligas menores en Alajuela y espero morirme en Alajuela.  Soy 100% de aquí.

El suyo fue un fútbol pícaro y pensante. Una condición física fuera de serie que le hacía omnipresente. Una singular capacidad de generación de juego, en espacios que solo él veía, habilitando a compañeros desmarcados, provocando situaciones de gol con sus pases al pie o al claro. Pese a su figura y estatura, no le deba mal la tarea de recuperación y marca.

En los años confusos del cambio de siglo (y un nuevo milenio), en una Costa Rica que aún retenía en casa a sus mejores talentos, Wilmer López fue para nuestra generación postadolescente; el símbolo de una época, una ética y de una estética.  El “seis” en la dorsal de un uniforme que siempre parecía muy grande para su lánguida figura; el agüizote de una melena estilo “mullet” que llegó tarde y un bigotillo, casi incoloro, apenas poblado; le daban un cariz más cercano a un mejenguero de barrio, que al de un histórico e inagotable volante creativo que proyectó y fabricó las jugadas de un equipo que supo ganarlo todo: un torneo Grandes de Centroamérica, dos Copas Interclubes de la UNCAF, una Copa de Campeones de la CONCACAF, siete campeonatos locales, cuatro de ellos consecutivos, en un período de diez años.

En una dirigencia que no siempre ha sabido estar a la altura de sus leyendas, Wilmer López debutaría jugando a préstamo con la Asociación Deportiva Carmelita en 1992, finalizado su etapa de jugador activo también con el equipo carmelo un 26 de abril del 2009, contra la Liga. El Carmen descendería luego de ese partido. Pocos meses después Wilmer costearía su propia despedida en el Morera Soto. Un concurrido encuentro celebrado un 22 de julio del 2009, pero sobre todo un concurrido abrazo colectivo, en un partido que ni él, ni la afición, querían terminar. Aquella jornada histórica culminaría con el escape de Wilmer por los techos del Morera.

El suyo fue y es un compromiso a toda prueba. Incondicional. Sin límites. Su presencia y cercanía aún confortan, en tanto que su lejanía siempre inquieta Por eso es difícil sino imposible entender la Liga sin Wilmer o a Wilmer sin la Liga. Quizás por ello siempre nos resultó cercano, casi familia, en esa empatía cómplice que solo el hincha conoce. Somos miles quienes lo reivindicamos como ídolo personal, como el referente de nuestra era, un Wilmer López siempre vigente e inagotable en la retina y la memoria.

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