Viviana Víquez
Desde pequeña, el fútbol es mi pasión, mi distracción y la mejor forma que he encontrado para disfrutar el tiempo conmigo misma, con mi familia o mis amigos; el fútbol me ha dado amigos que considero mi familia, me ha dado incontables momentos de felicidad y también alguno que otro sufrimiento que me ha llevado a vivir con más pasión esto que tanto me gusta.
Mi cuna no fue rojinegra, yo no nací siendo liguista y recuerdo que mi primer acercamiento con La Liga fue por ahí del 2008 y desde el primer día me di cuenta que era un club, como todos lo conocemos, diferente. En La Liga se respira un ambiente familiar desde que uno tiene la dicha de cruzarse con don Martín, el guarda, al ingresar al estadio. La Liga te recibe con los brazos abiertos y sin pensarlo mucho, te hace parte de la familia.
Recuerdo desde entonces ir los domingos al estadio, el rival no importaba demasiado porque la gradería popular tenía un ambiente de fiesta siempre. Celebré goles, canté con la 12 y escuché muchas veces sonar al final de un Clásico Nacional “Pero Sigo Siendo El Rey” y así, disfrutar junto a todo el estadio como la cantábamos a capella, por la celebración de ganarle al archirrival.
Pasaron los años y estuve de cerca, viendo como La Liga se hacía cada vez más grande, como cada vez en su historia se acumulaban más y más recuerdos que todos, le podremos contar a nuestros hijos y nietos.
Una de las cosas que más disfruto, desde siempre, de La Liga es que, al igual que el equipo, sus ídolos, son parte de su gente, que son queridos por propios y extraños y se ganan el cariño de gran cantidad de personas en el país.

Varios años después y tras un tiempo fuera del “ring” un lunes por la mañana recibí una llamada que en ese momento no lo sabía pero me cambiaría la vida por completo; era una oferta laboral para ser parte del equipo de comunicación de LDA, una oportunidad que esperé durante algún tiempo y me llenó de muchísima ilusión.
Se supone que debería contarles mi mejor recuerdo con La Liga pero es que me cuesta hablar de solo uno y sé que ustedes como aficionados tendrán muchos y mejores recuerdos de La Liga pero los míos los atesoro y los guardo en mi corazón y además son los que me hacen querer la institución, querer al rojinegro y una aficionada tan apasionada al día de hoy porque recuerden, no nací liguista pero la vida se encargó de hacerme querer estos colores como ningún otro.
En mi paso como trabajadora del Club, el equipo me recibió con un triunfo en un Clásico Nacional, algunas jornadas después, 6-1 vs Herediano en casa y de ahí, infinidad de buenos momentos deportivos en mi primer torneo, emociones que jamás había sentido, alegrías y frustraciones.
Después vinieron momentos difíciles y de mucha incertidumbre y fue justo ahí donde me terminé de convencer que de verdad, somos diferentes, somos diferentes porque nunca vi una afición tan fiel, nunca vi un estadio en su capacidad máxima alentando hasta los 90 minutos y con la fe puesta en su equipo hasta el final.

Llegó la fiesta del Centenario, los 100 años del equipo pero 100 años que va mucho más allá de la planilla actual del primer equipo, la afición de La Liga lo entendió todo y sabía que no celebraban triunfos deportivos de la actualidad, sabían que había algo más grande que nombres detrás de una camiseta, había historia, habían ídolos, records, goleadores, un club que ha sido grande, no solo en Costa Rica sino a nivel internacional.
Recuerdo que corrí por las calles del cantón Central de Alajuela porque no quería perderme ni un minuto de esta gran fiesta histórica de la que yo, me sentía realmente halagada de participar, cuando llegué al parque era cientos y cientos de personas que cantaban, que celebraban, que andaban sus camisas, sus gorras, sus bufandas y cualquier cosas que los identificara como parte de un club centenario y que además, le pertenece a su gente.
La celebración era imperdible y no solo la afición se hizo presente. Ídolos, jugadores de la planilla actual, colaboradores y afición celebraban juntos mientras cantaban a una sola voz.
Sé que no es un caso aislado pero definitivamente uno de los highlights ha sido ver a uno de los más grandes ídolos rojinegros, Wilmer López, en el centro de la multitud, con su bengala, cantando y tocando el bombo mientras cientos de aficionados lo abrazaban, saltaban y cantaban a su alrededor.
Si me preguntan, qué es lo mejor de La Liga, la respuesta es sencilla porque no hay nada que se compare con su afición, con su gente, con esas miles de personas que domingo a domingo, jornada tras jornada y campeonato tras campeonato acompaña a nuestro querido León y debo de decir que no ocurre solamente en nuestra casa, El Morera, La Liga nunca juega sola, no importa donde vaya. Una afición que acompaña al equipo más allá de resultados, más allá de directivos, de jugadores o entrenadores porque La Liga no es eso, La Liga es más que todo esto que acabo de mencionar, La Liga es historia, La Liga es honor, La Liga es vida y felicidad y yo, yo solo soy una afortunada de la vida, afortunada porque durante algún tiempo fui parte de la institución y tuve la dicha de vivir cosas increíbles que sé que muchos de ustedes, desearían alguna vez pero más allá de eso, soy una dichosa por ser aficionada a Liga Deportiva Alajuelense, por sentir y querer estos colores que definitivamente aprendí a amar, respetar y defender.
Gracias Liga por las tristezas, por los aprendizajes, por los triunfos, las celebraciones y las alegrías y gracias para siempre por las amistades más allá de la cancha.
