Artículo de la semana

Valdeir “Badú” Vieira

Sandía, comparsa, felicidad y un título inolvidable

Hubo de todo en solamente dos años. Partidos a estadio lleno sin importar el rival. Gol de un portero. La banca celebrando anotaciones en pleno rectángulo de juego. Taquillas soñadas. Lágrimas, algunas de tristeza y muchas más de júbilo. Lo que más pedía la afición: un título. ¿De qué hubiera servido todo lo anterior si no se conseguía la corona de laurel?.

Pero hubo mucho más. Sandía por todo lado. Una lora que se hizo casi famosa. Una comparsa en plena gradería de sombra que nos recordaba que el fútbol debe ser fiesta y nunca motivo de pelea. Se vivió una especie de revolución a todo nivel en la Liga Deportiva Alajuelense.

El brasileño Valdeir “Badú” Vieira llegó a la dirección técnica de la institución en octubre de 1994, con un cartel de perfecto desconocido. Con anterioridad había dirigido al modesto Brusque FC, de su país natal. Los tiempos no eran nada favorables para el equipo de El Llano, sumido en lugares muy lejanos de las primeras posiciones. El octavo, para ser más específicos.

Con el paso de las semanas sus métodos comenzaron a despertar la atención. No fueron pocos los que llamaron charlatán o quienes manifestaban que el nuevo entrenador solo era un motivador. También eran muchos los que decían que manipulaba a la afición con poses falsas.

“Un futbolista no necesita de una charla para saber lo que tiene que hacer, hay que dejarlo ser original, entrar a la cancha a divertirse como si fuese una mejenga porque en las mejengas todos van a hacer goles, uno no discute solo se ríe”. Así se expresó Badú en una entrevista al periodista Olman Mora, del diario La Nación, pocos días después de iniciar funciones.

Lo que resultó innegable fue el poder de convencimiento entre sus jugadores. Los llamaba sus hijos. Aseguraba que a cada uno podía enseñarle algo. Ellos le respondían en la cancha.La Liga pasó del octavo lugar a casi ser campeón nacional en 1994. El Deportivo Saprissa se llevó el título a pesar del triunfo liguista en Tibás en el segundo juego de la gran final por 1 a 0. El ansiado cetro llegó al campeonato siguiente.

Un tipo preparado, culto y de buen verbo

Valdeir Vieira revolucionó al futbol nacional. Se tomaba el tiempo para hablar en la calle con los aficionados que insultaban a los jugadores en la gradería, alternaba a los porteros, llevaba a todo el equipo a participar en encuentros a La Reforma y a hacer visita social a albergues para adultos mayores o al cine la noche antes de un partido.

No se jactaba de sus atestados, pero poco a poco se fue sabiendo de ellos. Hablaba seis idiomas, tenía título de entrenador, de preparador físico y de profesor de lenguas latinas. Además, registraba las estadísticas de los jugadores, siempre se hacía acompañar de su esposa Ericka Rein, y decía que si un hombre a los 50 años se enoja es porque está “enfermo”.

Para la realización de este trabajo especial, Badú figuraba en la lista de los más difíciles de ubicar. Es un trotamundos que no entiende el significado del “mal de patria”. Ha vivido en Irán, Omán, Arabia Saudita, Venezuela o Kuwait. Lo ubicamos en Alemania. Menos de 20 horas después de enviarle nuestro cuestionario ya teníamos las respuestas vía correo electrónico, redactadas en un excelente español.

“Aún a riesgo de pecar por goloso, pienso que hemos merecido ganar igualmente el campeonato 1994-1995, pues a pesar de haber yo asumido el cargo con el equipo en el octavo puesto, llegamos a una gran final. Perdimos el partido de Alajuela, sí, pero ganamos de visita y solo faltó el gol para campeonizar”. Así recuerda el brasileño su primer año con la Liga.

En efecto, el título no llegó en la primera temporada de Badú al frente del equipo, pero las sensaciones eran buenas. Hubo continuidad, plantel de mucho peso y una manera peculiar de dirección técnica que deparó triunfos, récord de goles a favor, taquillas exorbitantes. El trofeo no tardó mucho tiempo. Con el brasileño la Liga alcanzó su cetro número 18 en julio de 1996 ante el Club Sport Cartaginés.

“Hicimos una buena pretemporada que nos ayudó mucho en todos los departamentos. Encima, el juego de conjunto, la confianza, la determinación y las ganas de revancha también fueron factores preponderantes. Lo más bonito: sin grandes problemas de celo entre los jugadores”, recuerda Vieira.

El frenesí de una época singular e irrepetible

La reconocida periodista Adriana Durán Rodríguez cubría la información referente a la Liga durante los dos años en los que Vieira dirigió al conjunto rojinegro. Su labor la desempeñaba en ese entonces en Canal 2, el cual transmitía los partidos del club como local. La comunicadora destaca que con Badú se vivieron en la institución momentos sencillamente especiales.

“Me parece que en esa época se mezclaron dos factores: en primer lugar una gran calidad de jugadores en esos dos años; además, es indiscutible que Badú tenía un carisma que contagiaba. Con él se llenaba el estadio. Sabía manejar muy bien las emociones frente a los medios de comunicación. Se detenía a saludar a todo el mundo, en fin, fue un cúmulo de factores”, recuerda la comunicadora.

La periodista recalca que durante ese periodo todo el ambiente que rodeaba a la institución vivía una especie de efervescencia. Incluso, como ejemplo, nos citó que cuando la Liga ganaba y gustaba, el brasileño respondía diciendo que quien había triunfado no era el equipo sino el fútbol.

La Liga de Badú se desbordada. No se enfatizaba mucho en la táctica, pero sí en darle libertad al jugador. Hablaba frecuentemente a solas en media gradería con uno y luego con otro. Para él todos eran igual de importantes y necesarios. Hasta los que se recuperaban de una lesión.

No había libreto. Los tiros de esquina eran un enigma para la defensa rival. Delanteros, volantes y hasta defensas se tomaban de la mano en los linderos del área… cuando llegaba el balón se separaban en busca del remate. Si llegaba el gol —lo que muchas veces sucedía—, el estadio se volvía un manicomio.

Los entrenamientos eran prácticamente motivo de esparcimiento, no un deber para el plantel. Tanto es así que el portero José Alexis Rojas se quitaba los guantes y entrenaba tiros libres. Lo hacía tan bien, que se tiró al ruedo en pleno partido de campeonato, en una inolvidable noche de febrero ante Belén en casa. El gol de Supermán se cataloga como la mejor anotación de un arquero en Costa Rica. Y fue en la era Badú. La era de la sandía.

“El gol de Alexis Rojas pudo hacerlo famoso en todo el mundo. Así como la pegó, con el borde externo, con tanta curva y potencia al mismo tiempo es de por sí un portento. Ahora, ya él me había regalado otra sorpresa agradable cuando me pidió jugar de volante en un partido amistoso. ¡Qué portero más hábil con el balón!”, describió el estratega.

Su mensaje al liguismo

Badú ya no entrena. Durante los últimos dos años se ha dedicado a múltiples ocupaciones familiares junto a su esposa Ericka. Sin embargo, la Liga no sale de su mente ni de su corazón, y por supuesto que el tema de la reciente sequía de títulos —por cierto la más larga de la historia rojinegra—, formó parte del cuestionario que le remitimos.

“A la afición liguista yo le diría gracias por el apoyo y por las buenas vibras. Y, en las malas, tener presente que el fútbol es así como es, con días de ganar, empatar o perder. Y es que jamás ha existido un equipo que haya podido ganar todas. Sería el fin del fútbol, lo que es mucho peor que las malas fases. Esas sí, las tienen todos los equipos grandes”.

Badú dejó una huella indeleble. Fue querido y criticado. No sabemos si pudo llevar a Costa Rica a Francia 98. Le cortaron el proceso. Nunca volvió al país y no planea regresar. Pero su recuerdo, indiscutiblemente, le ilumina la cara a los que ya festejan más de cien años de historia escrita en rojo y negro. Ni se diga a quienes vendían sandía en Alajuela entre octubre de 1994 y febrero de 1996.

 

“Un siglo de historia no es para cualquiera. ¡A celebrar pues!”.

“Alexis Rojas ya me había pedido jugar de volante en un amistoso en la UCR”.

 “Froylán Ledezma era un verdadero fuera de serie”.

“Tal vez en algún viaje a Brasil haría una escala para darnos una vuelta por Alajuela… sería chiva”.